Frenemos la violencia hacia las mujeres y las niñas, para alcanzar objetivos y metas de desarrollo sostenible


Por Emilia Santos Frias

“El único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley”, con esta frase proverbial del científico Aristóteles, hacemos mención del derecho humano a la igualdad de género, fundamental para tener un mundo pacifico, próspero y sostenible. Este, en la actualidad no es disfrutado por la población femenina, debido a las agresiones que sufren las niñas, las adolescentes y las mujeres.

La violencia hacia las mujeres y las niñas, es una de las violaciones más generalizadas a los derechos humanos a nivel mundial. Causante de graves consecuencias físicas, económicas y psicológicas, tanto a corto como a largo plazo, al impedirles participar plenamente en igualdad, en la sociedad. Parte de lo expresado precedentemente, es afirmación de ONU Mujeres, organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

Lo cierto es, que los efectos de la Covid-19 han revertido muchos de los avances que se habían logrado en la garantía de los derechos de la mujer; de la igualdad de género, salvaguarda de la salud, economía, seguridad y protección social. Por ejemplo, el trabajo no remunerado de la mujer, de cuidado hacia el núcleo familiar y sus semejantes, aumentó considerablemente con el cierre de las escuelas y la educación digital desde el hogar.

Además, hubo un desproporcionado papel de la mujer en la prevención y el cuidado de las personas, ante este virus. Esto así, por la responsabilidad o rol que asigna la sociedad patriarcal a la mujer en el sector salud; hoy como trabajadoras de primera línea y como cuidadoras en el hogar.

Ante todo esto, “la pandemia provocó un fuerte aumento de la violencia hacia las mujeres y las niñas. Todavía muchas mujeres están atrapadas en sus casas, con sus abusadores, viviendo en violencia doméstica y luchando por acceder a servicios, a derechos”, explica el Vicerrector Académico de Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), Arturo Del Villar.

Además, la mujer sigue en condición infra en la representación de los liderazgos políticos. Mientras, una de cada cinco mujeres y niñas han informado haber sufrido violencia física o sexual por parte de una pareja o persona allegada o íntima, durante el último año, con el agravante de los efectos de la pandemia del coronavirus. Advierte el académico.

Hemos avanzado en las últimas décadas, pero no es suficiente. Por ejemplo, la República Dominicana, recientemente prohibió el matrimonio infantil y reformula leyes para igualdad de género, sin embargo, existen muchos desafíos, las leyes y normas sociales discriminatorias siguen presentes. Mientras, en todo el mundo las mujeres continúan devengando salarios inferiores; ahorrando menos; expuestas a trabajos inseguros y con menos probabilidad de insertarse laboralmente, en el sector formal. ¡No más agresión a la mujer!

En nuestro país, el 67 por ciento de la matrícula escolar es mujer, pero los empleos son priorizados para la población masculina. Acción patriarcal y capitalista, que impide a la mujer desarrollar sus capacidades. Tal como profirió la reconocida feminista Lourdes (Lulú) Contreras, durante la XI Conferencia Dominicana de Estudios de Género, celebrada recientemente.


ONU Mujeres afirma que el aislamiento, estrés e incertidumbre económica, han provocado un incremento alarmante de la violencia hacia las mujeres y niñas en el ámbito privado. Tambien, han expuesto todavía más a las mujeres y las niñas, a otras formas de violencia, como el acoso sexual en línea.

Tras el paso del coronavirus, la vida económica y productiva de la mujer se ha visto muy afectada de manera desproporcionada, diferente a la de los hombres. Incluso con menos acceso a beneficios sociales, aún siendo jefas de familias monoparentales: madres solteras. A raíz de la pandemia, siguen siendo víctimas de recortes y despidos de personal, en las empresas e instituciones, mientras están sobrecargadas de trabajo de cuidado no remunerado, en el hogar, que propicia la deserción escolar en niñas y adolescentes.

La pandemia agravó las desigualdades sociales. Por eso, es imperioso exhibir una sociedad más igualitaria, con políticas públicas pertinentes, que fortalezcan derechos. La creación de planes socioeconómicos, de cara al alcance de los objetivos y metas de desarrollo sostenible, entre ellos, alcanzar la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas.

Asimismo, contribuir a erradicar la pobreza y poner fin al hambre; garantizar educación de calidad inclusiva y equitativa; gestión sostenible del agua; acceso a energías asequibles, fiables y modernas para todos. Fomentar el crecimiento económico sostenido, inclusivo; el empleo pleno y productivo, y el trabajo decente para todos. Además, conseguir que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros y resilientes.

Como nos exhortó el pasado secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ¡rompamos el silencio!. Cuando seamos testigos de violencia hacia las niñas, adolescentes y las mujeres, no nos quedemos de brazos cruzados. ¡Actúemos!.

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