Por Alfredo Cruz Polanco
Ese día se celebrará el 155 aniversario de la Restauración de la República Dominicana, fecha en que nuestra nación se liberó del imperio español, volviendo a ser libre y soberana, tal como lo soñó, ideó, luchó y se sacrificó el fundador de nuestra nación, el Patricio Juan Pablo Duarte Diez.
Según la Real Academia de la Lengua Española, restaurar significa: reconstruir, reponer, restablecer, rescatar, reparar, recuperar, recobrar, readquirir, volver a ser u obtener lo que alguna vez fuimos o tuvimos.
La independencia de la República Dominicana, lograda a base de sacrificio, fuego, sangre, sudor y lágrimas el 27 de febrero de 1844, fue usurpada, mancillada, malograda y entregada por el caudillo Pedro Santana, el 26 de marzo de 1861, cuando por voluntad propia decidió anexar la República Dominicana a España, convirtiéndonos de nuevo en una colonia de esa potencia europea.
El 16 de agosto 1863, después de encarnizadas batallas, un puñado de valientes y fervorosos patriotas, encabezados por Gregorio Luperón y entre los que se encontraban: Ramón Matías Mella, Fernando Valerio, Benito Monción, Santiago Rodríguez, José María Cabral, Gaspar Polanco, Pedro Antonio Salcedo, Cayetano Germosén, Marcos Trinidad, Benigno Filomeno Rojas, Basilio Gil, José Cabrera, José Contreras; Francisco del Rosario Sánchez, María Trinidad Sánchez y Antonio Duvergé (fusilados); José María Imbert, Antonio Pimentel, Ulises Francisco Espaillat, Pedro Francisco Bonó, Carlos Lora, Ulises Hereaux, José Antonio Hungría, Olegario Tenares, Eugenio Perdomo, Alfredo Detjén, entre otros, decidieron ponerle fin a la anexión y devolverle a nuestro país su soberanía e independencia, al derrotar al poderoso ejército español.
Pero si bien es cierto que en materia de soberanía somos libres e independientes y que hemos tenido grandes avancesen muchos aspectos, aún no nos hemos liberado del flagelo de la: delincuencia, inseguridad, pobreza, inversión de valores, falta de aplicación de una verdadera justicia, ignorancia, corrupción, tanto pública como privada; del: enriquecimiento ilícito, lavado de activos y el narcotráfico; endeudamiento externo, entre otros.
Necesitamos restaurar urgentemente nuestra familia, la falta de transparencia y la rendición de cuentas de nuestros funcionarios públicos; nuestro sistema de partidos políticos, la confianza, la esperanza y la fe perdidas en nuestro país y en nuestras instituciones públicas; el respeto a las leyes, a las autoridades, a los recursos naturales y al medio ambiente; los valores y símbolos patrios, la defensa de nuestra frontera, y los valores y los principios morales; el pudor y las buenas costumbres.
Necesitamos, en fin, restaurarnos nosotros mismos, para de esta manera, poder restaurar nuestras instituciones públicas, a los distintos poderes del Estado, y por consiguiente, al país que tanto queremos.
Si cada de uno de nosotros cambia de actitud y actúa correctamente, cumpliendo siempre con todas nuestras obligaciones y con nuestros deberes ciudadanos, contribuiremos a cambiar el país y tal vez, al mundo.
El autor es Contador Público Autorizado, Máster en Relaciones Internaciones y ex Diputado
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