¿Leonel vuelve?




Danilo Cruz Pichardo


Las diferencias de Danilo Medina y Leonel Fernández no son políticas, ideológicas, éticas ni económicas, son personales. Y al otro día del presidente Medina desistir de la reforma constitucional, para habilitarse y poder participar en las primarias del 6 de octubre, Leonel Fernández debió, por prudencia, renunciar también a sus aspiraciones y dar pasos a las nuevas generaciones dentro de su partido. 

Ya no tiene el atractivo ni la magia del joven delgado, educado y teórico que encantaba a las féminas. Hoy es un viejo barrigón, con la cara arrugada, achinada y con bigote canoso. Nació en los años 50, al igual que el suscrito. Lo ideal es, en un ejercicio de desprendimiento, estimular a los que llegaron al mundo en las décadas de los 60, 70 y 80. 

¿Para qué diablos quiere volver? ¿Para terminar su obra de gobierno? ¿Cuál obra de gobierno? ¿Para una segunda gran transformación? ¿Cuál transformación? Sólo la ambición desmedida de este caballero, que no muestra rostro de conformidad, mucho menos de felicidad, justifica que pretenda retornar al poder. Retornar a incrementar el retroceso institucional que él inició, al colocar a sus correligionarios en todas las cortes, las bajas y las altas, y así controlar los resortes del poder hasta el 2044, como el mismo de forma descarada e irónica anunció en una oportunidad. 

Pretende volver para hacer contratos nocivos al interés nacional, como el de la Sun Land y el de la Barrick Gold, hacer compras como las de los aviones Tucano y un festival de acontecimientos delictivos que, por razones de espacio, es imposible de enumerar. No es un invento lo de Transparencia Internacional y otras entidades mundiales que califican a este caballero como el político más corrupto de América Latina. 

En el hipotético caso de que esté arrepentido de los errores del pasado lo recomendable sería una disculpa pública ante la población dominicana, pero es tan poco humilde que nunca ha admitido la comisión de un error. La comisión de errores es propia de los seres humanos y reconocerlo contribuye a engrandecer a la persona. 

Pero este sujeto se considera infalible. Y aparte de infalible se le atribuye ser extremadamente rencoroso, a tal extremo de considerar de enemigos a todos aquellos que en un momento determinado han disentido de su persona. 

Se colige, pues, lo que sería un próximo gobierno de Fernández: persecución para sus adversarios, mayor secuestro de las instituciones o poderes públicos, incremento de la criminalidad (por sus vínculos con sujetos del narcotráfico y militares retirados que se desenvuelven en el bajo mundo y, naturalmente, mayores niveles de corrupción pública. 

Y una muestra de que volvería con el mismo libro es que continúa con el viejo equipo: Los Vincho, Guzmán Fermín (el chiquito de los intercambios de disparos), Candelier, Peña Guaba, Wessin Chávez, Félix Bautista, Díaz Rúa, Pablo Ross (desde la cárcel) y Roberto Rosario, este último cogiendo cámaras a pesar de ser un dictador de muy poco grato recuerdo, repugnante e indeseable. 

Lo ideal es salir del PLD en la próxima contienda electoral del 20 de mayo del 2020, porque este país nunca había alcanzado los niveles de descrédito que registra en el ámbito mundial, producto de la alarmante corrupción pública, la falta de instituciones democráticas, el enorme crecimiento de la deuda externa, la insalubridad y la mortalidad infantil, entre otros males iguales o peores, pero un retorno de Leonel Fernández constituye la peor tragedia que pueda pasarle a país alguno. 

Ya fue presidente en tres oportunidades, con un balance extremadamente negativo para el interés nacional. ¿Para qué quiere volver Leonel Fernández? 



                


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