Las vacunas son concretamente salvavidas de esta Guerra del virus invisible llamado conv-19


Por Araceli Aguilar Salgado

"Como son variantes más transmisibles, la eficacia de las vacunas para evitar los contagios puede disminuir, pero no así la eficacia de evitar la hospitalización y la muerte, porque finalmente es el mismo virus". Heriberto García, del Instituto de Salud de Chile

En todo el mundo, las personas y los Gobiernos están descubriendo que el COVID no se extinguirá, sino que es más probable que perdure y se vuelva endémico.

Las campañas de vacunación avanzan en todo el mundo, con más de tres mil 787 millones de dosis aplicadas, según datos de Our World in Data, la posibilidad de contagiarse aun después de la inmunización, aunque sin síntomas graves sigue generando alarma.

Nuevas variantes del virus, como la Delta y la Delta Plus, se han hecho mayoritarias en países donde los índices de inmunización son altos, como es el caso del Reino Unido (con el 55.4 % de la población completamente vacunada) o Estados Unidos (49.6 %).

Estos nuevos linajes son capaces de contagiar a más personas, si bien los científicos no los consideran más letales. Sin embargo, el aumento de esta base de pacientes vulnerables puede elevar, desde una perspectiva estadística, el número total de fallecimientos (4.1 millones hasta la fecha).

La infección posvacuna COVID-19: Es cuando una persona totalmente vacunada se infecta de coronavirus. Se espera que haya un pequeño número de casos y las autoridades de salud dicen que no son un motivo de alarma.

Las vacunas contra el COVID-19 funcionan enseñando al cuerpo a reconocer el virus, así que, en caso de quedar expuesto a él después de la vacunación, el sistema inmunitario debería estar listo para combatirlo.

En Estados Unidos, casi todas las hospitalizaciones y decesos por el coronavirus son de gente

sin vacunar.

Es difícil determinar por qué se enferma la gente ya vacunada. La carga viral a la que se está expuesto puede ser un factor. El sistema inmune de cada persona también afectará a la respuesta a las vacunas. Algunos, por ejemplo, tienen problemas de salud o toman alguna medicina que podría hacer que su sistema inmunológico responda menos al fármaco.

Es posible que los afectados hayan estado expuestos al virus antes de las inyecciones surtieran efecto. Y, aunque esto es menos probable, también pueden haber recibido una dosis que estaba mal almacenada o administrada.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos señalan que las variantes del virus podrían tener algo que ver en algunos casos, aunque la evidencia existente hasta la fecha indica que las vacunas administradas en Estados Unidos son efectivas contra todas ellas.

Las autoridades de salud están atentas a un posible repunte en estas infecciones, lo que podría ser un indicativo de que la protección que ofrecen las vacunas está desapareciendo y que se necesita un refuerzo.

Su se han registrado 13 vacunas para combatir el coronavirus

La efectividad de una vacuna es una medida que calcula cuán fuerte es la protección inmunológica que provoca ese fármaco para evitar un futuro contagio, por un lado, o la hospitalización y una eventual muerte, por el otro.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han registrado hasta mayo de 2021 un total de 13 vacunas distintas contra el COVID-19 a través de varias plataformas.

De ellas, la organización ha aprobado el uso de emergencia de los fármacos de Pfizer/BioNTech, AstraZeneca, Janssen, Moderna, Sinopharm y Sinovac, si bien ha asegurado que analiza otras vacunas ampliamente usadas como Sputnik V o Covaxin.

La OMS y la comunidad científica consideran que una vacuna, contra cualquier enfermedad, es exitosa cuando su efectividad supera el 50%, como pasa con todas las aprobadas contra el COVID-19.

Lo cierto es que la variante Delta, identificada por primera vez en la India y según estudios un 60% más contagiosa que sus predecesoras, ha afectado a las tasas de efectividad iniciales de estos fármacos hasta el momento las vacunas que han sido licenciadas son eficientes contra todas las variantes”.

Efectividad general VS. efectividad contra la variante Delta

Pfizer/BioNTech: Los ensayos clínicos de esta vacuna de dos dosis de ARN Mensajero reportaron una efectividad del 95% en la prevención de los contagios y del 100% contra formas graves de la enfermedad. Ante la aparición de variantes del coronavirus, Pfizer informó que su medicamento ha sido efectivo en más del 95% contra cuadros severos provocados por las cepas Alpha (identificada en el Reino Unido) y Beta (Sudáfrica).
Dos estudios del Public Health England, que aún se encuentran en revisión de pares, hablan de un 88% de eficacia de esta vacuna contra una infección sintomática y un 96% contra la hospitalización causadas por la variante Delta.

Moderna: También bajo la tecnología de ARN Mensajero (ARNm), pero con condiciones de almacenamiento más provechosas, este fármaco ha demostrado un 94.1% de efectividad contra la infección sintomática. Sin embargo, pruebas han visto una disminución hasta el 86.4% en personas mayores de 65 años. Hasta el momento, no existen estudios concluyentes sobre la protección precisa generada por esta vacuna contra las diferentes variantes del coronavirus, aunque centros como la Universidad de Yale aseguran que “algunos expertos creen que puede funcionar de manera similar a Pfizer, ya que ambas son vacunas de ARNm”.

Janssen: Esta vacuna, la única de una sola dosis hasta ahora aprobada, ha mostrado una efectividad general de entre 66.3% y 72%, que se eleva al 80% contra casos graves de la enfermedad, según estudios realizados en Estados Unidos.

Johnson & Johnson: Ha mostrado ser eficaz contra las variantes Alpha y Beta, manteniendo sus porcentajes, según la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de Estados Unidos (EU). A inicios de julio, la compañía aseguró que su compuesto es igual de efectivo contra la variante Delta, con una pequeña caída en las cifras, si bien un reciente estudio -aún sin revisión académica- ve que esta vacuna es menos efectiva contra ese linaje.

Oxford-AstraZeneca: Una actualización de marzo pasado sobre el análisis de los datos de sus pruebas de fase III mostró que este fármaco anticovid tiene una efectividad del 76% contra los contagios y del 100% contra las formas graves de la enfermedad. AstraZeneca y la Universidad de Oxford han asegurado que su efectividad general se eleva a un 85% en mayores de 65 años.

Organismos sanitarios han reducido hasta el 74.6% la efectividad de esta vacuna contra variantes como la Alpha y Beta. Además, dos recientes investigaciones -todavía en revisión- han mostrado que las dos dosis de esta vacuna son un 60% eficaces contra la infección sintomática y un 93% contra la hospitalización causada por la variante Delta.

Novavax: Esta vacuna, desarrollada en Estados Unidos, aporta un 90% de efectividad contra el contagio y un 100% contra formas moderadas y severas del COVID-19, como comunicó en junio pasado su fabricante.Esta compañía ha asegurado, además, que su fármaco es un 93% efectivo contra las variantes de preocupación o interés, aquellas que circulan de forma masiva como la Alpha, Beta, Delta y Gamma, y del 100% contra las regulares.

Sinopharm: Desarrollado por el Instituto de Productos Biológicos Co Ltd. de China, este fármaco ampliamente utilizado en Latinoamérica genera una eficacia del 79% contra casos sintomáticos, según sus reportes. Un grupo de científicos de la universidad esrilanquesa de Sri Jayawardenapura informaron recientemente que la vacuna china es efectiva contra la variante Delta, luego de publicar un estudio en el repositorio medRxiv sobre su comportamiento. Según esa investigación, “tienen un nivel similar de protección contra la infección con (las variantes) Delta y Beta”.

Sinovac: También fabricada en China bajo el nombre comercial de CoronaVac, su efectividad ronda el 51% contra la enfermedad sintomática y el 100% en casos graves que requieran hospitalización o que conlleven la muerte.Un estudio publicado en medRxiv por la Universidad de Chile el 2 de julio pasado asegura que esta vacuna es menos efectiva ante la variante andina o Lambda (3.05 veces), una de las cepas predominantes en Latinoamérica, y ante la Gamma y la Alpha.

Sputnik V: A pesar de aún no ser aprobada para su uso de emergencia por al OMS, la vacuna rusa ampliamente distribuida en el mundo asegura poseer una eficacia contra 97.6% contra la cepa original del coronavirus, de acuerdo con recientes estudios.

El Instituto Gamaleya de Rusia, desarrollador del fármaco, ha dicho tener evidencia de que su compuesto ofrece una protección mayor al 90% contra la variante Delta y que es igual de efectiva contra todas las variantes.

En los estudios, las vacunas de dos dosis desarrolladas por Pfizer-BioNTech y Moderna tuvieron una efectividad de alrededor del 95% a la hora de prevenir la enfermedad, mientras que en el caso de la vacuna de Johnson & Johnson, que es de una dosis, fue del 72%, aunque las comparaciones directas son difíciles.

Así que, aunque las vacunas son muy buenas para protegernos contra el virus, sigue siendo posible contagiarse y tener síntomas leves, e incluso ninguno.

Si uno se enferma a pesar de estar vacunado, los expertos dicen que las inyecciones ayudarán a reducir la gravedad de la enfermedad, la razón principal para hacerlo.

La mayoría de la gente vacunada que se enferma de COVID-19 solo tiene un cuadro leve

El sistema inmunitario entra en contacto con un antígeno por primera vez, los componentes de la respuesta específica tardan algunos días en activarse completamente. Además, esta respuesta primaria no alcanza toda la potencia de la que el sistema inmunitario podría ser capaz, y por eso a veces sucumbimos a las infecciones.

No obstante, como resultado de este encuentro se generan células memoria, que tienen larga vida y que guardan la información sobre cómo destruir al antígeno. Si nos lo volvemos a encontrar, la respuesta secundaria será mucho más rápida, potente y eficaz gracias a la activación de esas células memoria.

Las perspectivas son ahora más satisfactorias que hace unos meses, gracias a un cúmulo de hallazgos se comprobó que los anticuerpos anti SARS-CoV-2 permanecían en el suero de pacientes que habían sufrido la enfermedad durante al menos 8 meses, y que iban disminuyendo a una velocidad inferior a la inicialmente temida.

Por eso al vacunarnos generar células memoria que sean capaces de controlar a ese patógeno si se produjese la infección a través de un contagio.

Es muy posible que haya que administrar dosis de recuerdo para reforzar la inmunidad en algún momento, si se observase que esta declina. Y claro, toda esta inmunidad es la generada frente al virus original, que es el contenido en las vacunas que estamos administrando.

No podemos excluir que surjan nuevas variantes, lo suficientemente diferentes de la original, como para que consigan escapar a nuestras células memoria, que solo recuerdan lo que ya han visto. Y, en este caso, habrá que administrar vacunas dirigidas frente a estas nuevas variantes.

Por eso, y a pesar del clima actual de mayor optimismo de la comunidad científica, no podemos bajar la guardia. Vamos a convivir durante muchos años con el virus, por lo que tendremos que vigilarlo estrechamente. No se puede repetir la historia.

"Tiene que haber una política pública integral que toque lo sanitario, lo económico, lo social, e incluso, lo político, en preparación para que en el caso que todos deseamos, y que aún veo lejos, prepararnos para la vacunación". José Narro

Araceli Aguilar Salgado Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Presidenta del Congreso Hispanoamericano de Prensa, Analista y comentarista mexicana, del Estado de Guerrero, México.  

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